Juana de Trastámara, hija de reyes, madre de un emperador, primera reina de España y heredera de un imperio fue la reina con la vida más triste de la historia. Estuvo encerrada 46 años de su vida, primero por su madre, después por su padre y esposo y por último por su hijo que tampoco hizo nada para liberarla de su triste encierro.
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Princesa enamorada y mal Federico García Lorca, Libro de poemas |
El 22 de agosto 1496 Isabel la Católica, reina de Castilla se encuentra en el Puerto de Laredo – Cantabria – despidiendo a su hija, la Infanta de Castilla y Aragón, – Juana – llamada en la historia la Loca. Juana viajará a Flandes por mar, con una flota imperial para casarse con Felipe el Hermoso, archiduque de Los Países Bajos e hijo de Maximiliano I de Austria, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Tenía Juana por aquel entonces 16 años, y fue mandada a tierras lejanas muy a su pesar: sus padres habían negociado su matrimonio con el fin de estrechar lazos con el Sacro Imperio Romano Germánico, y cercar así al país vecino y enemigo, Francia. También su hermano mayor y heredero de los Reyes Católicos, el príncipe Juan celebraría matrimonio con Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso, por la misma razón: aislar al enemigo. La flota tenía la misión de llevar a Juana a Flandes, y volver con Margarita de Austria.
La Infanta Juana nació en Toledo, un 6 de noviembre 1479, e impulsada por su madre, tuvo una educación de la que pocas mujeres en Europa podían presumir en aquellos días. Estudió lenguas romances, francés, latín, arte, música, danza, urbanidad y era una excelente amazona. Era la tercera hija de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, y aunque recibió una buena educación, nunca fue preparada para ser reina. Sin embargo, por las cosas del destino, Juana pasa a ser la única heredera de la casa de Trastámara después de morir sus hermanos mayores, Juan e Isabel, tanto como el hijo de esta última, el infante Miguel. Fue la primera reina de España. Con ella se unieron definitivamente las coronas de España. Reinó, como Juana I de Castilla entre 1516 y 1555. Mantuvo los títulos, aunque solo nominal, hasta su muerte. Su efigie aparece por eso junta con la de su hijo en las monedas de la época.
La flota que tomó rumbo hacia la lejana, y desconocida tierra flamenca había sido organizada para demostrar el esplendor y poderío de la Corona Castellana al mundo, y sobre todo al rey francés: dos carracas genovesas y otros 19 buques más entre naos y carabelas; 12000 personas entre tripulación, soldados, mercaderes y la corte que acompañaba a la Infanta. Fue un viaje accidentado por los temporales hasta tal punto que el barco donde la Infanta llevaba sus joyas y ajuar se hundió durante una terrible tormenta al chocar contra un banco de piedras y arena. Y así empezó el triste y desdichado destino de Juana que sufrió la traición y el amor no correspondido de su esposo, además, de la traición de su padre e hijo.
La boda se celebró en la iglesia de San Gumaro en Lier, una pequeña ciudad de la actual provincia de Amberes. Ambos cónyuges sintieron una mutua atracción nada más verse, y quisieron ser esposado de inmediato. Sin embargo, Felipe, archiduque de Flandes, acostumbrado a llevar una vida libertina, continuó sus correrías y aventuras con diversas damas de la corte. Este hecho no encajaba con la personalidad de Juana, habituada a la severidad y austeridad de la corte castellana. Tuvieron 6 hijos en poco menos de 7 años: el ultimo, una hija, cuando ya era viuda. Su segundo embarazo fue del príncipe Carlos, futuro heredero del más extenso imperio jamás conocido, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien tuvo la peculiaridad de nacer en un retrete en Gante, el 24 de febrero 1500,
Isabel la Católica muere en 1504, y tal como ella dejó escrito, Juana fue proclamada reina de Castilla. Fernando de Aragón alega la locura de su hija para obtener la regencia de Castilla, reclamada también por su yerno, Felipe el Hermoso. El 27 de junio 1506, tras la Concordia de Villafáfila, (cerca de Valladolid) Fernando el Católico renuncia a sus aspiraciones al trono castellano, retirándose a sus dominios de Aragón y reconociendo en un documento la incapacidad de su hija Juana. Felipe el Hermoso parece conseguir cuanto pretendía…
El 8 de septiembre 1506, Felipe, sudoroso y sediento después de un partido de pelota en Burgos, bebe un trago de agua fría. Este hecho le provocó en poco tiempo unas fiebres tan altas que le causó la muerte el 25 de septiembre de ese mismo año. Embarazada, y de luto Juana recorre enloquecida por la pérdida de su amado durante meses Castilla con el féretro de su esposo, atravesando de noche los campos camino de Granada.
Juana, incapaz de separarse del cuerpo de su amado, quería cumplir la voluntad de Felipe I El Hermoso: descansar junto a Isabel I La Católica.
Juana muere en 1555 tras 46 años de encierro en Tordesillas (Valladolid), y es enterrada junto a su marido en la Capilla Real de la Catedral de Granada, junto a sus padres, los Reyes Católicos. No obstante, el destino siguió riendo de Juana I de Castilla, la Desdichada, como la llama el historiador español Manuel Fernández Álvarez, porque el corazón de Felipe, igual que en vida, no se encuentra junto a su esposa, sino en una pequeña caja de plomo en la tumba de su madre, María de Borgoña en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas.

Óleo sobre lienzo • 500 × 340
Museo del Prado, Madrid, España
En 1516 muere Fernando, – que hasta el último momento trató de engendrar un hijo con su segunda mujer – pero Aragón tiene problema en aceptar una mujer como soberana. El hijo de esta, Carlos aprovecha la oportunidad para proclamarse rey, no solo de Aragón sino también de Castilla. A partir de entonces Carlos que desde 1506 ya era archiduque de los Países Bajos será también rey de España bajo el nombre de Carlos I. En 1519 será además coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Así, y como consecuencia de estos hechos el destino de Flandes y España se unen por dos largos siglos, de 1516 a 1714.